martedì 8 luglio 2014

La notte del Prater, Massimo Moratti ricorda


Da un'intervista al Corriere della Sera
 
Sono passati cinquant’anni da mercoledì 27 maggio 1964, la notte del Prater, la notte di Inter-Real Madrid 3-1. La notte della prima Coppa dei Campioni nerazzurra, la partita che, secondo Gino Palumbo, che la descrisse sul Corriere aveva trasformato l’Inter nella Grande Inter di Angelo Moratti.

Dottor Moratti, c’era anche lei quel giorno in tribuna a Vienna?

«Certo che c’ero; eravamo tutti a Vienna, noi ragazzi, insieme con papà e mamma. Siamo andati allo stadio in largo anticipo e in tribuna abbiamo trovato una sorpresa: Alfred Hitchcock. Quando l’ho visto, proprio sotto di noi e ci ha salutato, non so bene perché, ma ho interpretato quell’incontro inatteso come un segnale che sarebbe andata bene».

Eppure il pre-partita era stato agitato dall’infortunio di Sarti...

«Sarti aveva preso una pallonata nel riscaldamento e si lamentava molto. Papà, che era sceso negli spogliatoi, era stato chiaro: se non sta bene, gioca Bugatti. E Herrera: gioca Bugatti. Così in cinque minuti, Sarti è guarito, ha giocato e ha fatto una grande partita».

Che Real era quello del 1964?

«Molti dei suoi campioni, compresi Di Stefano e Puskas, non erano più giovani; venivano da vicende personali anche affascinanti, ma continuavano a formare una squadra comunque straordinaria, per la storia che aveva, per le cinque coppe consecutive vinte fra il 1956 e il 1960, per il fascino che esercitava sugli avversari, per l’esperienza e la classe dei suoi uomini».

E che Inter era quella di 50 anni fa?

«Una grandissima squadra, capace di arrivare in finale senza nemmeno perdere una partita: sei vittorie e due pareggi. Herrera e Suarez, che venivano dal Barcellona, sentivano la partita più di tutti».

Una finale di grande sofferenza?

«Devo dire la verità: no. Ho sempre avuto l’idea che ce l’avremmo fatta, come a Madrid nel 2010 contro il Bayern. Una sensazione comune che mi ha accompagnato in queste due finali. Ma a darmi forza, è stato anche il modo in cui l’Inter ha affrontato il Real dall’inizio: sono stati tutti magnifici, con Mazzola che ne ha fatte di tutti i colori e non soltanto per i due gol. Scappava via da tutte le parti ai difensori del Real. Straordinario».

Il Mago aveva consegnato Di Stefano alla marcatura di Tagnin...

«L’ordine che aveva ricevuto da Herrera era quello di seguire Di Stefano in ogni angolo del campo e Tagnin era stato perfetto nell’esecuzione. A Di Stefano aveva detto: fin qui puoi venire, ma se ti avvicini troppo alla porta di Sarti, ti faccio male. Di Stefano era disperato, una marcatura così non l’aveva mai avuta».

La finale con il Real è considerata da tutti gli interisti il punto più alto dell’Inter di suo papà. Lei che era presente come lo spiega?

«Vienna è stata la partita che ha trasformato la storia dell’Inter, perché ha fatta conoscere la squadra e il club in tutto il mondo. È stato un momento fondamentale e decisivo anche per il futuro. A Vienna l’Inter ha cambiato la sua dimensione storica. E poi è stato tutto bellissimo: è come quando una festa che hai preparato con grande cura riesce bene. Non sai bene perché sia venuta così bene, ma è successo e sei felice che sia stato così. E poi c’erano 30 mila tifosi interisti al seguito, una grande migrazione anche in rapporto a quei tempi. Una serata fantastica, al punto che il giorno dopo si raccontava di campane suonate in mezza Europa, compreso in Polonia. Chissà se era vero, ma è bello pensare che sia successo davvero».

I giocatori che erano presenti a Vienna raccontano di non aver mai visto suo papà così felice. È stato davvero così?

«Papà sentiva la finale di Vienna come la conclusione di un percorso importante, iniziato anni prima. È stato un po’ quello che ho provato io a Madrid nel 2010, dopo il 2-0 al Bayern. È come quando concludi un lavoro lungo e faticoso e senti di avercela fatta. È per questo che era felice, anche perché vedeva tanta gente contenta intorno a lui, ma composto, assolutamente misurato nella sua esultanza. Anch’io come lui a Madrid non sono riuscito a piangere. E un po’ mi sono anche pentito di essere stato così controllato. Vedevo i giocatori stravolti dalla felicità e Mourinho che non riusciva a trattenere le lacrime. Io ero emozionato, felice, ma sereno. E niente lacrime».

Nostalgia per quella notte, per quei tempi, per quella Milano?

«La nostalgia c’è, anche pensando a papà e mamma, a quegli anni, a quella squadra e a quell’atmosfera. E anche per quella Milano, che sapeva essere anche un po’ snob, al punto che la Coppa dei Campioni vinta l’anno dopo, a San Siro e contro il Benfica, veniva considerata quasi un atto dovuto. Forse perché la vera finale per noi era stata la semifinale di ritorno con il Liverpool, quel 3-0 che nessuno ha ancora dimenticato».
 

Florentino Perez ricorda Alfredo Di Stefano

Pubblicado nel giornale El Mundo del 8 luglio 2014

"El nombramiento de Alfredo di Stéfano como presidente de honor de nuestro Club, en el año 2000, supuso un gesto de agradecimiento y sobre todo de inmenso reconocimiento para quien ha sido, y seguirá siendo siempre, uno de nuestros más grandes símbolos. Seguramente, el más grande. Porque Alfredo di Stéfano cambió la historia del fútbol y del Real Madrid. Con el corazón herido, como el de todo el madridismo y el de todo el mundo del fútbol y del deporte, puedo sentir que todos coinciden hoy en una verdad irrebatible: que siempre habrá un antes y un después de él, el futbolista más decisivo para nuestro Club dentro y fuera del campo.
La visión extraordinaria de don Santiago Bernabéu fue estratégica para su llegada, que significó una auténtica revolución para el fútbol no sólo nacional, sino continental y mundial. Alfredo di Stéfano fue la clave esencial del salto de nuestro Club como gran líder de este deporte. Para muchos, y verdaderamente para mí en particular, fue, es y será, por muchas razones, el mejor de todos los tiempos. Aquella España en blanco y negro de enormes dificultades y de heridas abiertas, aquel país roto y necesitado de sueños halló en el Real Madrid de Alfredo di Stéfano milagros de fútbol que jamás se habían imaginado. La dimensión universal de la leyenda blanca comenzó a consolidarse fundamentalmente en aquellos años y fue el héroe principal de gestas maravillosas. Sin embargo, él nunca olvidó a los que fueron sus compañeros como parte imprescindible de un todo. Unos futbolistas únicos que fueron reconociendo, uno por uno, que sin aquella figura espectacular, sin aquel rayo cegador y permanente para los rivales, nada habría sido igual.
Yo fui uno de esos privilegiados niños que tuvo la inmensa fortuna de verle jugar con la pelota, y por supuesto dominar en los campos. Alfredo di Stéfano era la parte más valiosa del precio de la entrada o del abono. Ir a ver al Real Madrid era ir a ver a Alfredo di Stéfano. Ir a ver a Alfredo di Stéfano era ir a ver al Real Madrid. Porque él representó como nadie los valores esenciales del madridismo: energía, ilusión, coraje, respeto a los compañeros propios y a los rivales, amor por el juego, triunfo, compromiso, altísima calidad... Él fue la combinación de un talento inmenso, una entrega sin límites y un hambre de victorias desconocido hasta su llegada.
Alfredo di Stéfano fue nuestro mejor embajador. Su hoja de servicios tuvo una culpa gigantesca de que fuera reconocido, años después por la FIFA, como el mejor club del siglo XX. Él nos generó y nos transmitió buena parte del estilo y de los códigos indestructibles que han hecho del Real Madrid lo que es. Y él fue uno de los motores principales que seguirán siempre en funcionamiento para que este equipo luche toda la vida para alcanzar las metas más elevadas.
Hablar de Alfredo di Stéfano en pasado nos sirve para recordar al futbolista más influyente de nuestra dorada historia. Pero es preciso aquí y ahora, y cada vez que nos pregunten afirmar que su figura debe ser el apoyo fundamental para enfilar el presente y el futuro.
Entre todas las lecciones que aprendimos de él, la principal debe ser la de la insatisfacción permanente; la sensación inequívoca de que una vez logrado un objetivo de lo que se trata es de ponerse manos a la obra para conseguir el siguiente. Desde el primer amistoso de cada pretemporada hasta la final más dura, pasando por todos y cada uno de los encuentros. Su manera de entender el fútbol y el Real Madrid se trasladó en la reciente final de Lisboa: sin el menor atisbo de rendición. Aunque él no pudo estar allí con nosotros, su espíritu impregnó la consecución de La Décima. No tengo ninguna duda de esto. Este gran título, que él también disfrutó, es suyo. Porque la Copa de Europa es el Madrid y el Madrid es Di Stéfano.
Él nos enseñó que no debería haber nadie capaz de convencer a un futbolista del equipo, ni a un técnico, ni a un aficionado, ni a un presidente, de que un partido es menos importante que otro. Él contó hasta el último de sus días que uno de sus grandes disgustos fue no ganar el encuentro de su debut con el Real Madrid, pese a que aquel 23 de septiembre de 1953, cuando saltó al campo de Chamartín para enfrentarse al Nancy, apenas hacía unas horas que había llegado y que se había pasado tres meses sin entrenarse. Aquello fue la segunda de las lecciones de coraje que nos dio a todos los madridistas. La primera fue aguantar las enormes presiones a las que se vio sometido para poder firmar por el Real Madrid, el lugar en el que quería estar.
Yo estoy convencido de que todas las generaciones deberían tener el derecho de disfrutar de Alfredo di Stéfano. Fue de esos deportistas que nunca deberían haber envejecido, por muy valiosa y edificante que nos proyectara su madurez primero y su vejez después. Y que todos pudieran captar y disfrutar la esencia de su significado en el momento en el que se produjo. Pese a ello, creo que el suyo es el único caso en la historia en que la grandeza de un jugador está a la altura de lo que realmente significó. Incluso es posible que se haya quedado corta.
El alma del club ondea a media asta en su memoria, y precisamente por el recuerdo permanente de su fuerza y su arrojo, de su impresionante e inigualable trascendencia, se izará de nuevo. Jamás me cansaré de pensarlo y de decirlo: Alfredo, gracias por tantísimo."


Mazzola ricorda di Stefano

Tratto da una intervista di Sandro Mazzola del 16 marzo 2014:


Il gol più bello? “Ce ne sono tanti: la doppietta contro il Real a Vienna, ma soprattutto quello a Berna con la nazionale. Quando andavamo all’estero i tifosi avversari ci fischiavano, mentre gli immigrati italiani vivevano l’incontro con gioia ma soprattutto la nostra eventuale vittoria era simbolo di riscatto. A Berna quel giorno passammo in svantaggio. Potete immaginare i nostri tifosi. Poi ad una manciata di secondi dalla fine arriva una palla, si sviluppa un’azione magistrale, faccio due o tre palleggi, entro in area tiro e segno. I nostri esplodono in una gioia indimenticabile”.

Il calcio non è solo calcio, è cultura, è costume, è inseparabile presenza nella vita quotidiana. Pensate che gli indici delle borse nazionali risentono dei risultati sportivi, salgono e scendono in relazione a vittorie e sconfitte.

Dicevi di Vienna della finale con il Real … “Sì, era il 1964 e il mio mito era Di Stefano. Prima di “salire” in campo dal sottopasso del Prater, (lo stadio di Vienna ndr), le squadre erano in fila ed io fissavo con ammirazione Di Stefano. Suarez mi prende e dice: “Ehi, sei venuto per giocare la finale o per vedere come è fatto Di Stefano? Vincemmo 3 a 1, con una mia doppietta, meraviglioso! Alla fine della partita cerco Di Stefano per chiedergli la maglia, mi viene incontro Puskas, il mitico campione ungherese: dammi la maglia, tu sarai un campione, mi disse. Conservo ancora oggi quella di Puskas, ma ahimè mi manca quella di Di Stefano. Facchetti, Picchi, Burnich, Corso, Suarez … Amici e persone fantastiche. Ho trascorso con loro molti i momenti più belli della mia vita. Helenio Herrera? Allenatore metodico persino maniacale, soprattutto per la disciplina e le ferree regole durante i ritiri. Un giorno io, Burnich e Picchi “scappiamo dal ritiro”: erano le 7 del mattino: destinazione la chiesa ad un passo dal ritiro dove volevamo assistere alla messa. Ad un certo punto, dietro ad una colonna della chiesa, compare il mago. Mi difendo affermando che senza la messa gioco male e concordano Picchi, Burnich e Facchetti. Il mago si convince: la fuga dai ritiri non è per festini e per trovare ragazze disponibili. Il mago capisce e da allora la messa è celebrata ogni sabato prima della partita. Ricordi quando eravamo a 7 punti dal Milan? Ebbene, la squadra aveva vissuto un risveglio spirituale, partecipavamo alla messa, ci si confessava, eravamo coinvolti in opere di solidarietà … vincemmo il campionato all’ultima giornata”.
 


L'Angelo innamorato di Gianni Brera






Nacque alla Boca di Buenos Aires, dove il grande Rio del Plata incomincia a dilatarsi in estuario. Alla Boca parlano un argentino impigrito di còccina genovese. Antonio Valentin era di origini lucane. Suo padre macellaio sciabolava filetti con la goduria di uno che per molte generazioni aveva ruminato mandorle. Antonio G. Rossi, avventurato marinaio scrittore, ha insinuato che gli argentini fossero tristi perché, abbuffandosi di carne, affaticavano il fegato fino a venirne turbati. La spiegazione era piena di fascino e come tale possibile di arguta fasullaggine. Gli argentini erano, sono tristi perché rimpiangono l'Europa o le Ande non appena si dispongono a digerire. Un po' si vergognano anche di avere varcato l'Atlantico per la sola soddisfazione di rimpinzarsi. Quanto alle Ande, il loro fascino è misterioso: le piume che i Criollos si ficcavano tra i capelli lasciavano il segno sul cuoio capelluto. Momenti di primigenia felicità si guastavano al ricorrere insano della storia. I bianchi si vantavano criollos per mero sfizio ma chiamavano cabezitas negras (crapette nere) i connazionali con i volti austeri di Sivori e Maradona. I bianchi erano italiani o spagnoli. Vi fu un momento in cui gli abitanti de Argentina libre dovettero adottare la lingua nazionale e furono incerti fra l'italiano e lo spagnolo: poi si dovettero acconciare allo spagnolo perché gli italiani non andavano oltre i dialetti di origine e per capirsi dovevano spropositare secondo koinè Castellana.
Antonio Valentin nacque da due che avendo ruminato mandorle mordevano carne con inesausta fame. Il ragazzino soffriva minori smanie al cospetto di Santa Proteina. Cresceva bene, di moderata longilineità. Il vizio stradaiolo della pelota de piè gli rese un pò ipertrofiche le cosce, però in equa misura. Nobilitò le mani posteriori come pochi eran buoni sulla riva argentina dell'estuario. Naturalmente lo scoprirono al Boca e s'incantarono. Chi non possiede nozioni di calcio o di atletica si aggrotta agli entusiasmi dei pedofili estetizzanti. Li prende per maricas (vulgo culattoni). E' uno dei mille modi in cui gli ignari si rifanno della propria ignoranza. Fatemi vedere Antonio Valentin controllare un pallone bozzuto e poi coordinarsi come per un passo di danza e toccare gentile ad un amico: immancabilmente io avrò incolpevoli reazioni alla Marcel Proust: capace anche che arrivi all' abominio di chieder palla atteggiandomi a toccatore di fino (con il piatto): se il pedator de calle rifiuterà l' omaggio al fanatico, rivelerà semplicemente la sua gelosa ignoranza (e irriconoscenza marcia): ma se io avrò conoscenze al Boca Juniors, perdiò, saprò bene a chi dire hoye, amigo: ho appena scoperto il nuovo Di Stefano! Mira.
Antonio Valentin encanta a todos. Appena sedicenne convince don Guillermo Stabile che la fuga di Alfredo Di Stefano in Colombia non rappresenti nulla di tragico. Non ancora diciottenne, Antonio Valentin è nazionale. I campeonatos suramericanos si svolgono a Lima, in Perù. A.V.A. è centravanti d' una squadra che, guidata con un po' di decenza, non avrebbe eguali al mondo. Nel 1957 vigeva il WM inglese. Don Guillermo non aveva l'umiltà di riflettere che l'Argentina poteva legiferare in materia di pedate. L'Uruguay, padre del futbol, non ha mai abbandonato il W, con doppio terzino centrale d'area: l'Argentina ha dato campioni più di ogni altro Paese al mondo, perciò non si è degnata di curare minimamente la tattica di gioco: quando il W è sembrato obsoleto, ha puntualmente imitato gli imbecilli adottanto il WM. Con quel modulo incongruo ha incontrato il Brasile ai campionati sudamericani di Lima e l'ha convinto ad abbandonare l'ingannevole strada degli inglesi. L'Argentina aveva un trio centrale di classe cosmica: era composto da Maschio, Angelillo e Sivori. Il Brasile è stato ridicolizzato e Feola ha convinto i sopracciò del suo paese a bloccare la squadra sul 4-2-4 cosiddetto (ma era una balla, perché l'ala sinistra arretrava a sostegno del centrocampo e perfino della difesa). L'Argentina non ha ritenuto di doversi abbassare allo studio di una tattica. Per soprammercato, gli angeli dalla faccia sporca sono stati immediatamente acquistati da squadre italiane: Sivori è venuto alla Juventus, Maschio al Bologna, Angelillo (A.V.A.) all'Inter. Non aveva vent'anni, il nostro, e la natura plorona del figlio unico. Preso alla Boca e buttato nel centro di Milano, ha sofferto le pene del mammone. Giocava senz'aver neanche riposato un giorno: gli mancavano mamma e filetto al sangre. Inoltre, nella sbolinata Inter di Milano infierivano goffi nazionalisti pro domo sua: il mattissimo Benito Lorenzi, toscanello da Borgo a Buggiano, chiamava stranieracci gli oriundi e non solo gli negava la palla, ma gli faceva smorfie da bambino scemo. Queste licenze mi consento nei suoi confronti sapendolo amico (mo' che lo conosco, t'missa d'un cujòn): però è vero che A.V.A. si sentiva perso, al punto che Angiolin Moratti, presidente dell'Inter e squalo bianco del petrolio mediterraneo, esprimeva seri dubbi sulla precisa identità del soggetto: Second mi diceva n'han mandà minga quell giust (pensava infatti che gli avessero mandato un falso Angelillo). Lo squalo aveva un cervello che neanche Gerolamo Cardano, medico e matematico. Sapendolo solo e afflitto da nostalgia, pensò di far pilotare A.V.A. a diporto in qualche night. A questo proposito chiamò due scapoli, Fongaro e Masiero, due veneti sgherri.
Fongaro e Masiero pilotarono A.V.A. dove Ilya gorgheggiava Grazie dei fior. Ilya si era munita d'un pseudonimo strano: forse ignorava che Lopez era ed è il cognome di molti ebrei spagnoli. A Milano amammo molto un Sabatino autore di candide commedie; suo figlio Guido Lopez è storico di vaglia. La Ilya prese in braccio Antonio Valentin e se avesse potuto l'avrebbe pure allattato. Antonio ritrovò gli estri mammoni che avevano consolato la sua malinconica adolescenza sulla Boca. I suoi occhi tornarono vivi. Il profilo era nobile. Il naso leggermente aquilino e la bocca ben tagliata lo facevano somigliare a Ramon Navarro. Con la differenza che Ramon era un nano, mentre lui, il nostro A.V.A., era un principe de la pelota. Le sue mosse feline obbedivano a naturale e mai voluta eleganza. I piedi si appoggiavano alla palla come un pennello ai colori in tavolozza. La falcata variava secondo estri e necessità agonistica.
Il suo calcio era propriamente una danza ora concitata ora lieve, ora violenta ora blanda e quasi soave nei toni. Lo vidi esordire a San Siro cercando Massei con una lunga fiondata all'ala: Massei ricevette controllando in corsa ma senza alcun affanno: portò avanti la palla e dall'estrema crossò verso l'area: a riceverla, con uno stacco perfetto, era l' immenso A.V.A., che con un balzo armonioso la incornò verso l'angolo. Ebbi l'impressione dicesse: e giunto al fin della licenza io tocco. Aveva un bel protestare Lorenzi agli stranieracci: l'oriundo lucano Angelillo non era affatto un angel con la cara sucia: era semplicemente un dios de la pelota. In illo tempore incombevano i mondiali di Svezia e Alfredo Foni, che aveva portato l'Inter a due scudetti, per non macchiarsi dell'orribile colpa di fare catenaccio andò con il WM a Belfast e si fece mettere fuori dall'Irlanda del Nord. Non meno ignaro (nesci) di lui mi parve Guillermo Stabile, c.t. dell' Argentina. La quale venne sì ai mondiali, ma giocando WM sprecò una squadra da tuoni e fulmini, prese goleada dai ceki e disse con il pianto nella voce: Debbo pensare che sia la rassa o far presente a lor signori che el mejor centerforward del mundo es a Milan?ll poveretto si riferiva ad Angelillo: troppo poveri (e superbi) erano allora gli argentini per degnarsi di porre come condizione dei trasferimenti la facoltà di richiamare in patria i campioni più idonei alla nazionale. Avesse rifatto la squadra di Lima, modificando il WM come i brasiliani, Stabile avrebbe tranquillamente vinto il mondiale. Angelillo rimase all'Inter e fece 33 gol in una stagione. Giocò alla Di Stefano e i giornali argentini pubblicarono foto nelle quali rilevavano con molto sdegno che el mejor centerforward del mundo stava schierato sulla linea della propria porta, come un terzino qualsiasi. Io adoravo A.V.A. e Ilya me lo portò una sera all'osteria da Chang e mi confidò di averlo fatto vistare da uno psicologo, il cui verdetto era stato che el mas grande centerforward del mundo aveva la capa d'un ragazzino di 14 anni non ancora compiuti. Io dissi a Ilya che nessuno si sarebbe mai sognato di chiedere l'attacco dell'Orlando Furioso o del don Chisciotte a Di Stefano o a Rivera. Ilya me ne fu grata e A.V.A. completò con lei la propria educazione sentimentale. Venne Accaccone all'Inter e come gli ungheresi a Barcellona Angellilo si deve esser domandato come mai un broccaccio di quella fatta si arrogasse il diritto di comandare a chi invece dava deliziosamente del tu alla palla. Accaccone lo prese in sinistra parte e pretese da lui che corresse oltre i limiti consentiti dalla ragione e dai soavi ricordi di Ilya.
Per scusare Angelillo scrissi che la colpa era nostra: sentendosi condannato a morte dal superlavoro pedatorio, Angelillo era inconsciamente portato a cercare la salvezza sul seno di una femmena bella e desiderabile. Accaccone adorava le donne ma non ammetteva che anche gli altri ne traessero motivi di soddisfazione e di gioia. Moratti dovette arrendersi e consentire che Angelillo se ne andasse dall'Inter per emigrare a Roma. Angelillo fece alcune memorabili partite nella nazionale di Lega (al servizio di Boniperti) e poi tornò a Milano per esibirsi nel Milan. Giocava ad alto livello dall'età di 16 anni. Quanto può durare, onestamente, la carriera di un grande pedatore? Angelillo aveva scapolato il servizio militare, venendo in Italia, e aveva dovuto rinunciare per sempre a tornare in Argentina.
Così rimase in Italia e si fece allenatore. Se il nostro calcio fosse serio com'è dispendioso, Angelillo verrebbe onorato come un grande insegnante di tecnica: non essendo serio, Angelillo deve fare l'allenatore di ventura. In questo momento insegna calcio in Marocco. Se i marocchini sono seri, come non ho motivo alcuno di dubitare, presto il loro calcio si troverà ad aver compiuto grandissimi progressi dal punto di vista dei fondamentali. Pochi pochissimi al mondo ho veduto trattare palla come Valentin Antonio Angelillo, originario lucano come i miei amici Sinisgalli e Guerrieri, che Dio li benedica.
Gianni Brera
La Repubblica - 24 agosto 1989

lunedì 26 maggio 2014

Maggio 1957 la Fiorentina sconfitta a Madrid




Giovedí 30 maggio 1957, Madrid, campo di Chamartin, davanti a 124 mila “madrilistas madrileños” la Fiorentina campione d'Italia sfida nella finale della seconda edizione Coppa dei Campioni proprio il Real Madrid campione uscente. Questa la formazione viola schierata da Fulvio Bernardini: Sarti; Magnini, Cervato; Scaramucci, Orzan, Segato; Julinho, Gratton, Virgili, Montuori, Bizzarri.


Negli anni Cinquanta i Viola diventano Campioni d'Italia ed accumulano una serie impressionante di ottimi piazzamenti tra i quali spicca la superba stagione del 1955-56, nella quale la Fiorentina vince il suo primo scudetto. Il presidente Enrico Befani, imprenditore tessile pratese, aveva avuto il grande merito di completare la rosa, già molto competitiva, a disposizione del capacissimo tecnico Fulvio Bernardini, attraverso gli acquisti dell’astro brasiliano Júlio Botelho detto Julinho e di Miguel Angel Montuori, vera rivelazione del vittorioso torneo, che consacrò i Viola come campioni d’Italia a ben cinque giornate dalla fine. Al termine della stagione furono dodici i punti di vantaggio sulla seconda: il Milan. I protagonisti della magnifica stagione furono Sarti, Magnini, Cervato, Chiappella, Rosetta, Segato, Julinho, Gratton, Virgili - autore di ben ventuno reti - Montuori, Prini, Toros, Orzan, Bizzarri, Mazza, Bartoli, Carpanesi, Scaramucci.

La conquista del titolo non esaurì la forza di quella squadra che, a partire dal 1956-57, fu per quattro campionati consecutivi vice campione d'Italia. Nel campionato 1958-59 vengono segnate novantacinque reti, primato ancora intatto nella storia dei campionati di serie A a girone unico di diciotto squadre.

Tornando alla partita di Madrid la squadra avversaria, il fortissimo Real delle future 5 coppe dei campioni del presidente Santiago Bernabeu: Alonso, Torres, Lesmes, Muñoz, Marquitos, Zarraga, Kopa (balón de oro), Mateos, Di Stefano (dos veces balón de oro), Rial, Gento; Arrivato in finale battendo rapid Viena, Nizza e il Manchester Utd di Busby campione d'Inghilterra nel 1956 e nel 1957.

Gara aperta e incerta, la Fiorentina, in maglia viola e pantaloni neri, si appoggia sopratutto sulle indivudualitá de Jununho e Montuori e alla sua difesa per resistere agli attacchi arrembanti del primo wunderteam europeo, peró nel secondo tempo al '70 Kopa lancia Mateos atterrato fuori area da Magnini, un rigore inesistente fischiato dall'arbitro olandese Leopold Sylvain Horn.

Tira Di Stefano e batte Giuliano Sarti, poi al '75 un altro passaggio filtrante di Kopa per lo sprint fulminante di Paco Gento che brucia il marcatore s infila sarti in uscita.

L¡anno successivo, sempre in finale, il Milan di Viani con in campo Radice, Maldini, Grillo, Schiaffino e Liedholm perderá anche lui contro le furie bianche.
 
 


sabato 17 maggio 2014

Lev Yashin , il ragno nero




 
 
 
 
Lev Yashin (Jašin) nasce nel 1929 a Mosca da una famiglia di operai sovietici ed ha un’infanzia difficile, tanto da essere costretto ad iniziare a lavorare in fabbrica ad appena 12 anni. Yashin non inizia con il calcio bensì con l’hockey sul ghiaccio, riuscendo nel 1953 a vincere il campionato sovietico difendendo la porta della Dinamo Mosca. Dopo la vittoria nel campionato di hockey avviene però l’incredibile: quando sembrano perse le speranze per diventare calciatore, nel 1954 Khomič, il portiere titolare della squadra di calcio della Dinamo Mosca, si infortuna gravemente. Così la polisportiva moscovita ricerca proprio nella sua squadra di hockey il portiere mancante individuando nel venticinquenne Lev Yashin il sostituto ideale. Da questo momento in poi diventa l'estremo difensore titolare della Dinamo Mosca e lascerà quei colori solo nel 1971, dopo 326 partite (270 senza subire gol ) e 150 rigori parati

Con la maglia biancoblu della Dinamo Yashin vinse 5 titoli e 3 Coppe nazionali, ma è con la maglia dell'Urss che diede il meglio di sé, rendendola tra il 1956 e il 1966 una delle formazioni più temibili, sebbene non avesse assi in campo. Salvo il portiere.

Nel 1956, grazie alle sue parate, la Selezione sovietica vinse l’oro olimpico a Melbourne e Yashin subì due reti in 5 incontri (uno venne ripetuto). Due anni dopo i russi parteciparono al loro primo Mondiale, dove furono eliminati nei quarti dalla Svezia padrona di casa.

Ma è tra il 1960 ed il 1966 che nacque il mito del “Ragno nero”: nel 1960 l’Urss vinse la prima edizione degli Europei di calcio che si tennero in Francia, subendo solo due reti, di cui una nella finale contro la Jugoslavia, che già aveva battuto nella finale di Melbourne. Nel 1962 nuova eliminazione nei quarti del Mondiale ancora ad opera dei padroni di casa del Cile. Nell’occasione Yashin subì un infortunio che lo constrinse a giocare quella partita con una benda a un occhio in stile piratesco.

Il 1963 è l’anno della sua consacrazione: in Campionato incassò solo 6 reti e garantì la qualificazione agli Europei del ’64 in Spagna.

A inizio dicembre, meritatamente, gli fu assegnato il Pallone d’oro. Ottenne 73 punti, staccando di diciassette punti Gianni Rivera e di 22 Jimmy Greaves del Tottenham.

Da quel dicembre 1963 a oggi si sono susseguiti 36 vincitori (24 attaccanti, 9 centrocampisti, 3 difensori), e mai nessun altro numero 1. Due volte si classificarono secondi due portieri a noi ben noti, Dino Zoff (nel 1973, ma quell’anno stravinse Johan Crujiff) e Gianluigi Buffon (2006, lo vinse con ampio margine Fabio Cannavaro). Si presume insomma che il primato di Yashin possa durare ancora a lungo.

A corollario di una stagione strepitosa venne convocato per il “Resto del Mondo” nella partita celebrativa del centenario della Football Association. Sebbene in campo solo nel primo tempo, compì una serie di parate e anche a Wembley non mancarono gli applausi a dispetto del fatto che dopo il Mondiale cileno Yashin voleva appendere i guantoni al chiodo.

Nel 1964 arrivò ancora in finale all’Europeo contro la Spagna padrona di casa, e subì di nuovo la regola delle mura amiche: vinsero le “furie rosse”. Ai Mondiali inglesi del 1966 l’Unione Sovietica fu quarta, miglior piazzamento della sua storia. Non giocò da titolare il Mondiale messicano e l’anno successivo lasciò il calcio. La FIFA gli dedicò un’amichevole internazionale allo stadio di Mosca, dove oltre 100 mila persone lo applaudirono al termine della partita.

Post mortem gli furono dedicati titoli ed onorificenze che solo i grandi dello sport si sono meritati, tra cui l’intitolazione del premio dato al migliore portiere di un Campionato mondiale. È stato nominato anche miglior calciatore sovietico della storia, nonché miglior portiere del Novecento.
 

Mazzola, Yashin e il rigore del 10/11/1963


 
 
 
Data decisiva, domenica 10 noviembre 1963, all’Olimpico di Roma l’Italia debe ribaltare lo 0-2 subito nell’andata di Mosca (13 ottobre) negli ottavi di finale degli Europei di calcio dall’Unione Sovietica campione in carica. Questa la formazione che scende in campo: Sarti, Burgnich, Facchetti, Guarneri, Salvadore, Trapattoni, Domenghini, Bulgarelli, Mazzola, Rivera, Menichelli. In svantaggio per un gol di Gusarov al 32’, le speranze azzurre svaniscono definitivamente quando, a mezz’ora dalla fine, il giovane Sandro Mazzola (21 anni compiuti l’8 novembre) si fa parare un rigore dal leggendario portiere sovietico Lev Yashin: «Ero tranquillo quando Fabbri ha indicato che toccava a me. Ho agguantato la palla, ho voluto fintare, ma Yashin, che è un vero campione, non ha abboccato. Inizialmente volevo indirizzare la palla alla destra del portiere sovietico, poi mi sono accorto che un suo compagno gli aveva suggerito la direzione giusta, ho preferito cambiare, ma il colpo mi è riuscito solo in parte. Appena colpita la palla – troppo bassa rispetto alle mie abitudini – mi sono accorto che Yashin si raggomitolava trattenendola. Ho sbagliato tutto». La sfida finisce 1-1, pareggio segnato all’89’ da un altro giovanissimo, il ventenne Gianni Rivera.
Immaginate la figura di un portiere alto 1.89 ,vestito completamente di nero. Lev Yashin, il cui nome in russo vuol dire "Leone", è più conosciuto come "Il ragno nero", proprio per la sua divisa, buia come la notte.
E’ praticamente imbattibile (nella sua carriera parerà 150 rigori) è dotato di riflessi straordinari e le sue lunghe leve - che sembrano otto, come i ragni - confondono chi si appresta a tirare in porta. E’ un portiere moderno: guida la difesa dispensando consigli ai compagni fino a perdere la voce. In 326 incontri rimane imbattuto 211 volte. Numeri che gli valgono 5 campionati sovietici e tre Coppe di lega.
Ricorda ancora Mazzola: “Yashin era un gigante nero: lo guardai cercando di capire dove si sarebbe tuffato e solo tempo dopo mi resi conto che doveva avermi ipnotizzato. Quando presi la rincorsa vidi che si buttava a destra: potevo tirare dall’altra parte, non ci riuscii. Quel giorno il mio tiro andò dove voleva Yashin”.
 
 


 

venerdì 9 maggio 2014

Ancora Brera Su Helenio


 
 
 
Ha scritto un libro autobiografico intitolato "Io", che non era la capra nutrice di Giove Ottimo Massimo, bensì il pronome personale di Helenio Herrera, insigne caudillo podologico, cittadino francese nato in Argentina da Paco el Sevillano e Maria Gavilan sua moglie. Paco era falegname; sua moglie Maria aveva mentito sui propri anni per venir assunta a far da servetta presso una famiglia inglese a Gibilterra. E' da escludere che Helenito conservi dell'Argentina un ricordo men che sbiadito. I suoi lo generarono in un casone per emigranti disoccupati e qui lo tennero finchè Paco, amaramente sconfitto, trasferì i suoi penati sulle dune sabbiose di Casablanca (1919). Aveva tre anni Helenito quando gli Herrera lasciarono l'Argentina. Dirà tuttavia Helenio di sè d'aver giocato nel River Plate. Domanderò da ingenuo: perchè? Suvvia, seor: para el prestigio del fùtbol argentino. "Pero si no es verdad?" La risposta è una scrollatina di spalle, un risolino che stira il labbro superiore fino a scoprire gengive incarnite di roditore povero.

L'uomo sembra aver letto un manuale segreto sul modo di aver successo. Parla come un libro stampato, con un timbro di cialtronaggine che spaventa chiunque non abbia meritato le sue confidenze. Io ne divento biografo a sorpresa. Fatalmente siamo in polemica. E' venuto di Spagna via Parigi. Mi ha portato gli omaggi un po' ruffiani di père Gabriel Hanot, suo maestro di tecnica. Le père Gabriel è il solo cultore di pedate, in Francia, che abbia conseguito una laurea in Lettere. Non sa quasi niente di tattica. Crede al primo impatto che i russi abbiano creato una scuola di calcio e procura al suo allievo Herrera la qualifica di "entraineur dynamo". Le père aveva scambiato il podismo con la tecnica. Era vecchio e non coglieva più nulla dei tempi nuovi. Disse a Herrera di me rendre visite à Milan parce que j'ètais le seul etc etc.

Herrera era stato assunto all'Inter. Moratti aveva pregato Frossi di andar a vedere chi fosse e come facesse questo fenomeno al Barcellona. Frossi, onest'uomo, disse di lui che arieggiava Rocco. Lo prese per un muscolare schietto, un maresciallo di pedata con metodi reboanti. Se Rocco avesse mai applicato i metodi Herrera, nessun carisma l'avrebbe sostenuto. Herrera aveva la spocchia francese e la supponenza spagnola: parlava bene francese e spagnolo ma faceva in italiano gli strafalcioni che danno prestigio in un Paese di ciolle come il nostro.


Gli consigliai di adottare il catenaccio (anno 1960-61). A stento si trattenne dal ridermi in faccia. Corrugò la fronte bozzuta sopra occhietti un po' obliqui, da miope. Sentenziò che il WM inglese non consentiva alternative: era l'unico modulo-dio e lui, Helenio, era il suo profeta. Dopo quattro o cinque domeniche ebbe la ventura di affrontare Nereo Rocco a Padova e buscò di netto. Moratti digrignò quasi nel garantirmi che in settimana anche l'Inter avrebbe adottato il secondo terzino d'area. Fu Balleri, povera anima, ed Helenio ricordò di aver inventato il bèton nei lontani giorni in cui allenava il misterioso Puteaux (?). L'Inter contese il titolo alla Juventus e finalmente l'ottenne quando ebbe acquistato Luis Suarez, e Picchi fece il libero alle spalle di Guarneri. I vantoni francesi presero a dire che l'Inter s'imponeva secondo i principi dell'ècole franaise, rappresentata in Italia da Helenio Herrera. "Come lo consideri, Josè Mir?", domandai un giorno all'amico e collega catalano. "Helenio - quello disse - es un fanfarron". Ma intanto i risultati fioccavano. Dicevano di lui i colleghi argentini che usava battere di punta, tanto era brocco. Dalla panchina non vedeva nulla (non voleva si pensasse di lui che era miope). Se gli avversari variavano una marcatura, lui non se ne accorgeva punto. Rimproverato per questo, rispose a Moratti che i giocatori stentavano a capire una tattica preparata in diversi giorni: figuriamoci se potevano adeguarsi di acchito a una variante improvvisata! A parole era sempre razionale. Vittorio Pozzo lo detestava perchè al servizio dei milanesi. Lo chiamava Habla Habla e affettava di disprezzarlo per motivi di indole etica. Mentiva per la gola (come avrei capito in seguito). Helenio portò dalla Francia l'intervall training e tutto quanto riguardava il calcio podistico. Dal basket aveva preso i vizi scaramantici, ispirati a pratiche di non lontana origine tribale. "Quien ganarà?!", soleva urlare come se minacciasse. E gli allievi, mostrandosi convinti: "Nosotros!" Poi gli capitò fra i piedi un piccolo dannato magiaro a nome Czibor: al minaccioso grido "quien ganarà?!", Csibor si staccò dalla catena di mani e consigliò al mago (sorcier, brujo) di andarlo a chiedere nello spogliatoio degli ospiti. Czibor e Kocsis prendevano per il bavero Helenio, il cui tocco di palla era di epica rozzezza: e lui, se poteva escluderli, era lieto fino al dileggio.


Helenio era scappato in Francia dai cronici languori gastrici di Casablanca. Si era imbarcato su un veliero e lavava i piatti per aver da mangiare. A Parigi visse di espedienti e pedate, ma più di espedienti. Fu impiegato alla Saint Gobin e terzino della nazionale militare. Durante la guerra ebbe la tentazione di rivolgersi ai tedeschi e di farsi rimpatriare in Spagna. Gli andò meglio facendo l'infermiere e frequentando un corso serale di tecnica calcistica. Fu allora che le père Hanot lo prese a benvolere. Ebbe anche la guida della nazionale di Francia e assistette dalla panchina dei coqs alla loro clamorosa sconfitta interna con gli azzurri (1-3 nel 1948). Poi andò in Spagna a predicare il verbo nuovo (il n'est qu'un entraineur Dynamo, diceva di lui il buon Jean Eskenazi); da Barcellona approdò all'Inter, e in mezzo a tante cialtronate di subdola memoria "fassista" si andò poco a poco delineando una personalità di primo ordine. Non conosceva mezzi termini: o lo amavi o ti odiava. In Francia aveva fatto l'emigrante e aveva scontato l'inferiority complex del latino di seconda-terza serie convolando a incaute nozze con una spregiosa citoyenne di Montmartre.

Si vendicò inguaiandola di figli, poi cinicamente abbandonati con lei. In Spagna incontrò Maria e ne ebbe Helenito e Rocìo, che è il dolcissimo nome della rugiada. Dall'Italia alla Spagna mandò quattrini via Svizzera quando si accorse che i Paesi meno liberi sono anche i più ligi alle prerogative dei ricchi. Diventò milionario da noi e raddoppiò i suoi proventi lasciando Milano per Roma. Conobbe qui il suo ultimo amore, la soave Flora. Rispedì in patria Doa Maria e completò la triade dei matrimoni latini. Da Flora ebbe Helios, che significa sole. Acquistò una casa su un'isola veneziana e lavorò per giornali, radio e televisioni. Essendo ricco, non ambiva a guadagni alti e trovava sempre di fare. Mise gli occhiali, con gli anni, ed ebbe l'aria di servirsene bene. Lo considero da tempo un patriarca della pedata latina. Nel suo orgoglio di povero ho letto meglio che nella millantata biografia del tecnico. Paco el Sevillano tratta con i facchini mori che rifiutano di salvare la grassa sposa Maria Gavilan caduta in acqua al momento di passare dalla nave al traghetto. Paco ha pochi soldini e si svena per amor della moglie, miracolosamente evitata dai pescicani. Così debbono abitare nelle misere baracche sulle dune di Casablanca. Helenio cresce brado e si prova finanche a rubare cibo per la famiglia affamata. Paco predica l'onestà ma l'appetito è sordo ad ogni argomento che non contempli il mordere con denti allupati. Helenio lo ricorda con sfida. E voi fatevi avanti, sepolcri imbiancati. Paco el Sevillano lo accompagna a veder partite di calcio: bevono un gazzosino in due e nascondono il vetro per riaverne i dieci ghelli del deposito. Quando sparirà un vetro, Paco rimprovererà a Helenito di averlo nascosto male, tanghero di uno.

La Francia degli Anni Trenta è un paradiso appetto del quale le dune di Casablanca servono solo a destare incubi. Signora, senta se non è miracoloso questo incenso per disperdere i cattivi odori (e le incendia sull' uscio una pelle di coniglio). Il suo socio di pensione vive meglio: entra nei negozi di cappellaio, prova un cappello avvicinandosi allo specchio e alla porta, dalla quale si precipita per sparire. Lo spogliatoio di Milano si riempie di cartelli recanti slogan di pretta marca "fassista". Ne ridono tutti sorpresi e divertiti. Helenio scrolla le spalle. I giocatori sono amati schiavetti ai quali viene via via sottratto il cibo ignorante. Capita da me Risti Guarneri, un bel giorno, e divora un salame lungo un braccio. Scrivo che l'Inter è scoppiata in semifinale di Coppa Campioni perchè tutti i suoi hanno gli occhi vitrei dei ciclisti già cotti ai piedi del Tourmalet. Lui raddoppia il lavoro per dimostrare - me lo dice Picchi - che sono un ubriacone sclerotico. A Lisbona, i resti dell'Inter hanno un quarto d'ora di autonomia. Poi si coricano per terra, mortificati dal mediocre Celtic. Non importa - ora mi dico - formalizzarsi. Nel calcio nessuno ha sempre ragione; nessuno ha sempre torto. Helenio ha dato la sua impronta a un'epoca. Ha vinto molto e anche molto perduto ma, tutto sommato, la sua è la figura d'un vincente. E come tale può dire nel calcio quel che gli aggrada: nessuno dei suoi molti figli perderà il pane per un pronostico mal azzeccato.

di Gianni Brera

Addio Rocco addio


È morto Nereo Rocco e io non debbo nemmen pensare di poter piangere. È un diritto, ahimè, che non mi appartiene da tempo. I miei sentimenti non contano. Tanto più sarò suo amico, quanto meglio riuscirò a ricordarmi di lui senza frapporre l'amicizia fra me e il mio lavoro insolente. "Prepara il coccodrillo", mi era stato ordinato con presago cinismo. "Un'ostia!", avevo ruggito, a sorpresa, con la sua stessa voce. Io so che è già morto ma voi non lo dovete sapere: voi dovete aspettare, maledetti, che lo sappiano tutti. Allora mi metterò al carrello, e garantito che saprò battere i polpastrelli senza il minimo groppo in gola.

Così cerco di fare adesso che tutti lo sanno. E se volete capire meglio dirò che avevo già pianto e bestemmiato come voleva la nostra amicizia tutta particolare. Ho qui sott'occhio un cartoncino per auguri con su stampati i nomi di Nereo e Maria Rocco, Trieste, Via M. d'Angeli 28, telefono 791636. La data, Capodanno '78-'79: la calligrafia piccola e slegata di uno che è stato a scuola ma ci ha la mano troppo tozza per tenere la penna con un minimo di disinvoltura: Gioannin carissimo, grazie per i tuoi fraterni graditi auguri… contracambio con sincero affetto e brindo alle tue fortune purtroppo con l'acqua Fiuggi. Ti prego ricordami alla tua famiglia ancora grazie. Nereo .

Non so di grafologia e ancor meno di acqua Fiuggi. Ma questo suo biglietto era un testamento e io l'ho recepito con dolorosa rabbia. Improvvisamente mi s'è stretto qualcosa nelle viscere, me n'è venuto un disagio che era quasi paura. Allora ho capito che Nereo era morto, e che del suo stesso male potrei morire anch'io, e ho la sfacciata onestà di ammettere che non sapevo se fosse più il dolore o la paura a farmi piangere. "Dobbiamo andarlo a trovare", m'ha detto un amico. "Ma neanche!", ho subito reagito in un ringhio. Siamo stati anni senza vederci per rispetto della nostra stessa professione. E quando voleva il caso che ci incontrassimo, dopo il primo impulso al solito fraterno e divertito abbraccio, avvertivamo l'imbarazzo degli amici veri, che la vita ha ormai diviso, ma tradirsi non possono e non vogliono per nessun motivo al mondo.

Però, immancabilmente, ci si metteva a bere con la meditata calma si chi a bere ha imparato non solo per gioia ma anche per condanna ereditaria. E fatalmente ci danneggiavamo l'un con l'altro non potendo mentire. Io raccontavo pari pari tutto quanto a sua volta raccontava. Al diavolo gli interessi, le convenienze, gli obblighi: qui siamo insieme e qui beviamo sentendoci fratelli. Poi, chi vivrà vedrà.

Ma alla fine ci coglieva quasi il rimorso di tradirci e tradire. L'uno leggeva negli occhi dell'altro la sconvenienza, il rischio, il pentimento. Ciascuno rientrava berciando nel suo mondo. Brutto mona, co' se vedemo, finisse sempre mal! Ecco, dicevo: accetterei di andarlo a trovare se potessimo bere come sempre. E lui nel testamento m'ha confidato di essere alla fine, di poter solo brindare con l'acqua

Fiuggi. Se per disgrazia lo inducessi a trasgredire, la colpa sarebbe mia. Non voglio rimorsi di questo genere.

Ciao, Nereo, grazie di essermi stato amico, grazie di tante ore e giorni trascorsi insieme. Da oggi ti do per morto e ti piango senza mostrare a nessuno quel che sento. Purtroppo sei l'ennesimo amico che mi lascia. L'istinto bruto sarebbe di insultarti. Pensa cosa si direbbe di noi se lo facessimo: tu qui ridotto all'acqua minerale, io alle invettive del sempiterno goliardo invecchiato lavorando, e solo, ormai, con un fegato come il tuo (ma non è stato lui a tradirti, lo so bene: troppo facile ai filistei consolarsi di averci invidiati: eh, sfido, con quel che hanno bevuto!).

È che il mondo non sa distinguere fra chi beve "per scientiam" e chi per sete banale, o addirittura per vizio Noi eravamo fieri di non avere mai sete e spesso bevevamo per evitare il pericolo di averla. Che

fastidiosa noia, dover bere per sete, che banale destino! Les hommes qui ne boivent pas ne sont pas bons. Ciò, Nereo, senti 'sto vinellin. Aveva magari 14 gradi e Nereo fingeva di esserne atterrito. Poi parlavamo. E non c'era mai nube che ci potesse reggere, per cui tornavamo difilato in terra. E il senso pragmatico di Nereo non era mai affetto da cinismo. Ci sentivamo colmi di rimpianti asburgici, disarmati, o quasi, mit den Italienern. Noi tonti lombardi, voi gnocchi triestin. E un masochistico piacere di sentirci far fessi, però anche ringhiando puntuale disprezzo.

Ironia, sarcasmo, burbera tracotanza. Tasi ti, che ti sè tanto testa de mona che tuti i mesi te perdi sangue del naso! Battute pronte per ogni interlocutore. E il tipico pudore del figlio d'un borghese recessivo. Tanti puffi m'ha lassà me padre… Però te lo confessa senz'ombra di rancore. Scuote il capo, ne ride. Pensa ti che 'l voleva sonassi 'l piano. E ti sa il resultà? Che g'ho sonà il triangolo nella banda del Corpo d'Armata. Tutte le domeniche in piazza Unità a Trieste, naturalmente co' no gh'era partida. Interventi ripetuti (ton tin tin) nell'Arlesiana…

Lezioni di piano, sissignori, e ragioneria con tanta poca voja. Per la Triestina delira Saba poeta, ma dovrebbe mè pare? Ti te zoghi ben e mi te dago 'l premio. Così andavano le cose: che il premio al figliolo promettente zogador in Triestina lo dava 'l scior Rock, il figlio d'un viennese scappato a Trieste per amore, drio a un'acrobata o ballerina da circo, pensa ti, e spagnola per soramercà: la mia nona. Lo vedo la primissima volta all'Arena, in un allenamento della nazionale (facciamo uno dei primi anni trenta): sinistri al volo da mortificare un gigante come lui triestin, mi pare Blason. La trionfante salute psicofisica dei giuliani non ancora afflitti da angoscia del domani. Mai dimenticati quei potentissimi tiri a volo di pieno collo, e neanche la rabbia di Blason, che pure acchiappa e raccoglie la palla con una sola delle sue manone.

Del giocatore Nereo Rock più nessuna notizia. In nazionale trova Gioânnin Ferrari e recede come suo padre, già stato ricco venditor de carne. Emigra al Sud e sorride - sempre - ricordando Napoli. Poi, la routine presso a casa, la guerra, l'ennesima liberazione d'Italia e di Trieste. Consigliere comunale con i piedoni tosti per terra. Una seconda famiglia: due bei figlioli che studiano. Il primo gioca anche a calcio: "ma ti no ti sè 'bastanssa bravo e quindi ti te curi la bottega: nel calcio basto mi".

Allena con sbalorditivo genio pragmatico. Gli italianuzzi si abbandonano a becera imitazione degli inglesi e lui vuole il metodo mantenendo due terzini centrali. Un giorno ritornerà in Italia, questo suo modulo prudenziale, e si chiamerà Riegel, verrou, catenaccio. Pensa che giri: ma è pur sempre un viennese, Rappan, a sentire e vedere come lui. A pensarci, vi è quasi da piangere, tanto siamo fessi.

Ma Nereo non ha ancora voce. E quando l'Inter gli prende Blason, secondo terzino d'area, lui smania nel vederlo comicamente sacrificato sull'ala. Brutte figure da vergognarsi: la "grosse Berthe" messa a guardia d'un alberello di ciliegio. Poi, qualcuno capisce di rimandarlo al suo posto e l'Inter vince non uno ma due campionati!

Nereo è ancora lontano dalla ribalta principale: invece pontifica Viani, un astuto Porthos senza pudori sociali di sorta: uno che vince a poker, la notte, i soldi per il viaggio domenicale della squadra. Anche Viani capisce che il WM è un lusso proibito, anzi masochistico per noi, e arretra il centravanti sul centravanti avversario. Diviene dunque libero lo stopper in seconda battuta: libero - dico io - da incombenze di marcatura. Tutto il mondo adotta e chiama libero il secondo terzino d'area: in Italia, terra di grandi ingegni, proibito.

Sulla nostra stessa barca sono un po' tutti gli ex calciatori italiani passati alla tecnica (quelli che hanno studiato, non i muscolari, anche celebri ma fin troppo ignoranti). Dal castello di poppa, tonitruante, Nereo. Il suo pragmatismo sincero diventa taumaturgico. Rigenera vecchie rozze mal capite (come lo stesso Blason), lancia ragazzini veloci e coraggiosi, adatti al contropiede. Nasce allora, invocato, il calcio all'italiana e garantito che il suo più limpido interprete è Nereo. Senza falsa modestia, sono io il teorico. Lottiamo insieme a colpi di risultati e, nella metafora, di sessola e di remi. Le molte brutte figure della nazionale verrebbero subito evitate se i consoli osassero vestire il Padova di azzurro. Ma per ora il catenaccio è il diabbolo, pensa te: e nessuno capisce o vuol capire.

Finisce però che si commuovono anche gli Agnelli: sull'inclita panchina della Juventus, Nereo risparmierebbe alla nazionale dieci anni di umiliazioni cocenti. Niente. Il presidente del Padova teme il linciaggio se molla Rocco ai suoi stessi padroni (vende Fiat). Così Nereo deve attendere di approdare al Milan, dove comanda Viani: ed è un gran brutto vivere. Nereo non conosce astuzie dialettiche di sorta. È un tonto triestin: e quindi non riesce a mentire. Per mi, 'l calcio xe questo e che no me conti bale! Per fortuna, i risultati fioccano a dispetto d'una cricca conservatrice o conformista o vile: Viani è malato e, invidioso, gli tira contro. Nereo vorrebbe andarsene. Guai al mondo! Rimane e porta il Milan allo scudetto. C'è anche Rivera piccolo, el bambin d'oro (che per il momento, poco correndo e pensando sul gioco, non molto gli piace).

La lotta al WM è già vinta dall'anno del torneo olimpico di Roma. Viani in serpa a tacitare gli scribi, lui in panchina e nello spogliatoio, dove si destreggia come chi sa bene cosa pensa e cosa fa un pedatore di professione. Grosse parole, mai, atteggiamenti furbi, nemmeno. Dalla panchina torna sudato più dei giocatori: e con loro si spoglia e prende la doccia sentendone tutti I discorsi, dei quali puntualmente si serve per governare il timone. Sotto la doccia, il sudore acre dei poveri, le contumelie, le lodi, le reciproche accuse: e la partita interpretata a caldo. Poi con gli anziani, diciamo gli arimanni, si riflette e decide per il meglio.

Poco abile politico, è un grande in spogliatoio, non in sede. Ai presidenti non bacia né vellica niente.

Cambia città (e si pente): scopre nuovi Italienern, magari contagiati di vezzi franciosi: così rimpiange i lombardi e torna fra loro per vincere un altro campionato, un'altra Coppa Campioni. Rivera si è fatto

uomo e un po' ne viene plagiato. Rivera sta a Nereo come la callida volpe al toro manso. Ma bello è poterlo sentire figlio, alzare la voce a proteggerlo, lui toro , manso tutto de fora, estroverso, goliardo invecchiato, e torvo solo per gioco, l'altro tutto introverso, compito, abatin. "Xe Rivera la nostra Stalingrado", si lagna di me Nereo: e si capisce che non può seguirmi neppure quando ho ragione. Rivera è il solo dei suoi che pensi calcio in grande stile: al diavolo se al pensiero non s'accompagna sempre l'azione.

È il suo Prinz Eugen, talvolta addirittura il suo Allah: ed è per sincera amicizia che noi due cerchiamo di non danneggiarci a vicenda, di incontrarci il più raramente possibile: ma quando Franchino Carraro vorrebbe farla a pugni, in Messico, lui gli ingiunge di non sognarselo nemmeno: Gioani ze 'n amigo: e onesto, salo?, onesto. Pensa che notizia, un bel round di pugilato con il futuro presidente del CONI!

Ma per fortuna Nereo ha qualche anno più di noi e di Rivera, al quale dice: se ti te torni in Italia, te
rovini. Gli altri anni - gli ultimi - sono di gloria, di fama così scontata da fare, al massimo, invidia. Il vecchio goliardo lotta con acidi urici, trigliceridi e colesterolo. Forse anche il morbus domini lo

importuna: e la gotta.

La natia Trieste è diventata per lui un curioso esilio. L'azienda paterna rifiorisce per Bruno;

L'altro figliolo è laureato e lavora in farmacia. La pacata ma energica sciora Maria lo assiste e perfino diverte con premure sempre meno fastidiose. In puro triestin mi ripete una saggia massima brianzola: "Ten bona la tô vegia / perchè al moment giust / la te laverà i mudant anca in de l'acqua fregia". Così lo penso, povero Nereo, convinto di morire, perduto ormai per il calcio, che era la sua vita, il suo lavoro onesto, però non solo, però circondato dai suoi, che gli volevano bene.

Caro vecchio Nereo, se avessi pianto non avrei finito a tempo questo lavoro che l'amicizia, soltanto l'amicizia non mi rende gravoso né ingrato. Il magone mi è venuto quando ho letto la tua ultima lettera. Non è da noi piangere. La tua vita è stata buona. Al tuo ricordo, amico, brinderò come tante volte abbiamo fatto insieme. Addio Nereo, ti sia lieve la terra.

 
di Gianni Brera (1979)
 
 
 
 


lunedì 24 marzo 2014

Quel giorno da Malta, Mura scrisse



Quel giorno da Malta, Mura scrisse
"Ciao Gianni, sei morto con i tuoi amici"

Ecco il pezzo scritto su Repubblica da Gianni Mura, il giorno della morte di Gianni Brera. Uscì sull'edizione del 20 dicembre 1992.TI SIA lieve la terra, Giovanni. Comincio come avresti concluso tu se fossi morto io, come hai concluso tante volte i coccodrilli.

Sono pezzi che toccano ai più vecchi, o a quelli che hanno più memoria, e del calcio di Repubblica il più vecchio adesso sono io. E comincio a capire il peso che hanno i coccodrilli, e mi viene in mente di quando tu mi hai raccontato della morte di Consolini, il discobolo. L'avevi saputo che stavi in America, e ti eri messo a piangere e a imprecare, da solo, nel parcheggio di un motel di Dallas, o forse era Chicago.

Adesso qui a Malta è quasi uguale, solo che c'è il mare oltre il parcheggio, e molto vento, Giovanni. Ti chiamo così perché l'ultima volta che ci siamo visti, la settimana scorsa, hai scherzato sui nostri nomi, sul Gianni piccolo-borghese imposto da zie, sorelle o madri. Mi hai anche regalato due pacchetti di Super col filtro, la solita
generosità, in un momento di astinenza forzata. Qui ti piangono e ti rimpiangono, li conosci tutti e tutti ti conoscevano. E molti dicono la cosa più ovvia, che se venivi qui non eri su quella strada tra Codogno e Casalpusterlengo.

Dove finisce il territorio dei gallo-liguri e inizia quello dei celti, Giovanni? Qui sappiamo così poco e ognuno si taglia coi suoi ricordi. Io ne ho tanti. Per cominciare, ti devo la scelta del lavoro, se tu non
avessi scritto come scrivevi, sul "Giorno", oggi sarei un insegnante di lettere o di francese, in qualche scuola lombarda. E scrivevi come vivevi, da persona piena di umori e di amori, con una cultura larga e profonda che andava dalla pesca degli storioni all'uso del verso alessandrino. E le invenzioni, Giovanni, i neologismi. Ne hai inventate di parole.

Ti avevo chiesto un appuntamento nel ' 65, in "Gazzetta" ero il ragazzo di bottega, per capire qualcosa di questo mestiere, degli strumenti da usare. E venendo da te sentivo di non tradire Gualtiero Zanetti, il mio direttore: eravate amici, sulla stessa linea ideologica, vi univa Nereo Rocco. "Venga sul lago verso le 11, poi parliamo". Mi aveva colpito l'uso del lei. E, poi, il fatto che appena arrivato tu mi chiedesti di aiutarti a raccogliere le uova, facendo attenzione a un'oca feroce ribattezzata De Gaulle.

Questo Brera inventa anche sulle oche, pensavo, e in verità l'oca somigliava molto al generale, e intanto stavo attento a non scivolare sul pesticciato del pollaio. E per un pomeriggio ero stato ad ascoltarti spiegare tutto, anche cose non richieste, anche la tua nascita settembrina col fatto che nella Bassa pavese le donne non potevano uscire a lavarsi, d' inverno, per il freddo, post coitum. E la laurea in scienze politiche (figlio di un sarto povero, ma tutti i figli mandati all'università, perché il pezzo di carta avrebbe dato pezzi di pane), e i paracadutisti, e la Resistenza senza sparare un colpo, e il pallone preso a calci con la maglia dei Boys a Milano, con Cina Bonizzoni allenatore.

Lo sport. Certo sapevo che eri stato direttore della "Gazzetta", a trent'anni, e te ne eri andato sbattendo la porta per una bega amministrativa. Non sapevo, me lo avresti detto tu, che lo sport aveva due tipi di cantori: quelli
che definivi i professori, gli epigoni del Vate Gabriele, digiuni di tecnica ma ben provvisti di parole alate, e gli scribi, i cronisti, quelli che seguivano lo sport da vicino, con qualche nozione ma senza lingua, senza le parole adeguate. E tu con coscienza e scrupolo artigianale (ma io non dimentico tutti i libri che hai in casa) avevi inventato una lingua viva, piena di venature, di rimandi, come uno che aveva letto Runyon ma anche Folengo.

Eri nato con l'atletica e il ciclismo, sapevi raccontare gli uomini e le strade. E' sempre più dura, Giovanni, con questo pezzo spezzato dalle telefonate e dai colleghi che mi chiedono un ricordo di te. Uno della Rai mi ha presentato come tuo erede e so che ne era convinto, ma io non voglio. Mi è venuto in mente e mi sono commosso, ma con un microfono sotto il naso non si può piangere, di quando tu hai detto a tua moglie Rina, guardandomi: ma hai visto il profilo del naso di Giovannino, la barba? Potrebbe essere nostro figlio, sputato. Sì, aveva detto la Rina, che ha occhi di un azzurro incredibile.

E adesso io vorrei essere vicino a lei, non qui. Mentre sta suonando una banda. Io non sarò il tuo erede, Giovanni. Siamo onesti, come te non c'è stato nessuno e non ci sarà più nessuno. Mica solo per lo sport. Se c'è un libro di gastronomia da salvare, è "La pacciada", che hai scritto tu con Luigi Veronelli. Che adesso starà bevendo in memoria tua. Se si vuol capire qualcosa di ciclismo, degli anni eroici del ciclismo, bisogna leggere "Addio bicicletta", l'hai scritto tu un sacco di anni fa. E pochi letterati da Strega e da Campiello avrebbero descritto il paese di Coppi come hai fatto tu. Io non sarò il tuo erede, ma continuerò a portarti in giro, Giovanni. Lo facevo già prima, lo farò ancora. Lo facevamo in tanti. Anche venerdì sera, a tavola con gli altri di Repubblica, ci siamo chiesti se quel Cabernet Sauvignon maltese a te sarebbe piaciuto. No, ho deciso io, non ti sarebbe piaciuto.

E' strano, ma negli ultimi tempi ci si vedeva poco, proprio adesso che lavoravamo nello stesso giornale. Ma era normale, se tu stavi a San Siro io andavo a Torino, se tu eri a Roma io a Parma, se io ero a Malta, tu fra Codogno e Casalpusterlengo. E adesso che sta partendo il pullman per lo stadio, in un sole assurdo. Non sappiamo nemmeno se c'era nebbia lì, a quell'ora, ma non importa. Ricordo di quanto avessi paura, in macchina, tu, e come strillavi appena si passavano i 120 in autostrada. Conosco anche quelli che sono morti con te, ci abbiamo mangiato assieme e giocato a carte, da Giuliano. Sei morto come avresti sperato, ammesso che si possa sperare di morire, il come se non il quando. Tu che giravi pieno di pilloline contro tutto, nel tuo leggendario borsello di pelle d'ippopotamo, hai evitato l'orrida vecchiezza, dicevi tu, l'infermità, il bussare insistente della signora dai denti verdi.

Sei morto come auguravi ai tuoi eroi sportivi, assunti in cielo su un carro di fuoco. Non sei morto di cuore né di fegato né di polmone, Giovanni, tu che fumavi cento sigarette al giorno e non parliamo di quello che hai bevuto, oppure parliamone, e parliamo del culo che ti sei fatto sgobbando fra le stanghe della Olivetti (il computer mai, avevi ragione tu, non fa rumore, ti cambia le parole già in testa) più di cinquant' anni. Sei morto con gli amici, come avevi vissuto. Non è il maestro di giornalismo che ci manca, né il suscitatore di polemiche sempre affrontate a testa alta. Ci manca il compagno di strada e d'avventure, anche avventure intorno a un tavolo che era la rampa di lancio per sentirti raccontare delle storie, poteva essere Alarico o Girardengo, eri tu che le raccontavi, e chi ti poteva contestare la data della dieta di Worms? O la vera ricetta della zuppa alla pavese? Solo una volta ti ho beccato, su un vino di Giacomo Bologna, morto anche lui, fegato. Anche lui ricco d'avventure e di umanità. Passa il tempo e si fa la conta e i debiti coi morti sono i più difficili da pagare. Ne ho tanti, da oggi uno in più. Per esempio, se hai bisogno chiamami, non te lo sentirò più dire. Se mi ammalo farò come il cinghiale solengo, che si apparta e non vuole vedere più nessuno, dicevi. Ti è andata bene, è forse l'unica consolazione,
amico, maestro, pezzo di cuore che se ne va. Sei morto nella Bassa, vicino a dove sei nato. Non avrei mai voluto scriverne.

Dicevi che non si deve scrivere barocco, anche se un po' è inevitabile, nello sport: il muscolo si gonfia come il lessico. Come il cuore, Giovanni, come il cuore. Anche la morte può aprire autostrade di retorica. Ma questo oggi ti devo: la coscienza che non si può essere avari, nella vita e nel mestiere, che bisogna spendersi, meglio dieci righe in più che dieci in meno, semmai qualcuno le taglierà. Meglio un'ora in più con gli amici che un'ora in meno. Meglio il fiotto che la goccia. Meglio il rosso che il bianco. Meglio la sincerità, anche quando può far male, che la reticenza o la bugia. E adesso basta, tiremm innanz, come ha detto uno della tua sponda. Quel po' di strada che c'è ancora da fare la faremo insieme, tu non ti stancherai, neanche al Tour. E io se sentirò un peso al petto o un bruciore agli occhi darò la colpa alle sigarette, al vino, ai chilometri. Sto dettando dallo stadio
Tà Qali, gioanbrerafucarlo, siamo già partiti.

Helenio Herrera visto da Brera




L'ALCHIMISTA SENZA PATRIA
(Repubblica  -  23 luglio 1989)
di Gianni Brera


Il giornale mi ha fatto avere per tempo un elenco di personaggi dei quali vorrebbe riassunta la biografia. Vi figurano grandi alteti e grandi tecnici, fra i quali Helenio Herrera. Pensando a lui ho deciso di intitolare queste biografie Memorie d' oltre stadio, che non c' entrano con le bistecche e neppure con Chateaubriand. Scriverò di quei personaggi come consente l'esiguo spazio che mi è stato concesso, però con amore (o con odio, che è lo stesso). La prima scelta è caduta su Helenio Herrera, non perché mi sia particolarmente caro o discaro, ma perché mi sembra un personaggio la cui sorte è da considerarsi emblematica nella storia dello sport latino e italiano in particolare.

Ho soprannominato H. H. Accaccone e non Habla Habla, come fece Vittorio Pozzo, per distinguerlo da Heriberto Herrera, paraguagio, da me soprannominato Accacchino. Il futuro Accaccone è nato in un ospizio per immigrati nella città di Baires, capitale dell'Argentina. Chi dice nell'anno 1910, chi nel 1916, come egli medesimo sostiene. Suo padre, falegname, era chiamato Paco el Sevillano; sua madre si chiamava Maria Gavilan, così povera a sua volta che ancora bambina falsificò la data di nascita per poter andar a servire in casa di un inglese a Gibilterra. Paco e Maria non ebbero fortuna in Argentina e decisero di andare in Marocco a (prima) guerra mondiale finita. Helenito aveva tre anni. Il porto di Casablanca non offriva fondali sufficienti per l'attracco di navi transatlantiche. I mori andavano remando sottobordo e imbarcavano merci e passeggeri. Nel trasbordo, la grassa Maria Gavilan cadde in acqua e Paco el Sevillano implorò invano che gliela ripescassero. I mori, con molto cinismo, dissero che le acque erano infestate di pescicani e per rischiare tanto chiesero una somma che era pari a tutti i risparmi dell'infelice ma fedele Paco. Maria Gavilan venne portata a salvamento ma, non disponendo di altri quattrini, gli Herrera vennero costretti ad abitare le baracche dei profughi sulle dune prospicienti l'oceano.

Così crebbe Helenito e poiché aveva orgoglio ne fece una sorta di epos desperado. Quando commetteva una bricconata, subito la giustificava ricordando quei giorni di avvilente miseria: né trascurava di raccontare che il suo onestissimo padre, da buon cattolico spagnolo, gli aveva sì raccomandato di non mortificarsi a rubare, però quando fu il caso non stette a sottilizzare sul cibo che suo figlio aveva rubato per sfamare sé ed i famigliari. Sono stato a suo tempo biografo di Accaccone. Editò il mio libro Longanesi nella collana Chi è, alla quale so di aver contribuito per merito precipuo del personaggio. Me ne fu grato Giovanni Grazzini, che dirigeva la collana, non so Mario Monti, che allora possedeva e dirigeva la casa editrice.

Il mio futuro Accaccone fuggì dal Marocco a diciott' anni, imbarcandosi su un veliero come sguattero. Da Bordeaux pervenne a Parigi e incominciò a raccontar balle sulle proprie virtù di calciatore. Era un robusto brocco, però volitivo. Viveva vendendo lucidi per i banchi da bar e castagnole da accendere in casa per eliminare la puzza. Non ebbe mai il coraggio di rubare come invece faceva un suo compagno di pensione. Andava sulle ballere di Pigalle e qui trovò una moglie che lo snobbava come usano le francesi con tutti i tapini considerati di razza inferiore. A questa francese, una sarta, fece fare cinque figli con cinica protervia. Intantoscoppiò la guerra. Helenio venne convocato per la nazionale militare e poi esonerato dal servizio per essere dipendente dalla Saint Gobin. Durante l'occupazione frequentò un corso serale per infermieri e poi un altro corso da allenatore di calcio, che lo vide primo agli esami finali. Gran Maestro del corso era il vecchio Gabriel Hanot, che era laureato in lettere e scriveva di calcio sull'Auto (prima che nascesse l'Equipe). Hanot era il gran maestro della pedata francese ed Helenio venne nominato C. T. della nazionale. Le cronache lo ricordano sconfitto senza aver capito perché (!) dagli azzurri 1948, e come tutti i coqs fieramente deciso a chiedere una rivincita che ristabilisse le giuste distanze entre les francais ed le droles macaronis. Era semplicemente avvenuto che, seguendo l'indole e il giovanil furore, i coqs si lanciassero all'arrembaggio: non desideravano altro gli azzurri, che li infilarono tre volte (a una). Helenio si ritrovò a spasso e decise di offrirsi alla Spagna, tanto arretrata da fargli pena. Gli spagnoli non poterono assumerlo subito e lo dirottarono in Portogallo, di dove rientrò per andare a Siviglia (aqui los muchachos taconeaban: ballavano il flamenco) e infine andò al Barcellona, dove impose il suo genio, quasi tutto fondato sull'intervall training dell'atletica, sulle droghe anche morali e sul ciarlatanesimo assunto in Francia, paese tanto più progredito della Spagna e di noi (come vedremo). Avversario unico e sempiterno del Barca era il Real Madrid, capeggiato da Di Stefano. Helenio ribatteva alla spocchia bonaerense di Don Alfredo Di Stefano rendendogli noto di aver giocato egli pure nel River Plate. Un giorno gli avrei osservato: Ma se ha lasciato Baires a tre anni?!.... Vero: ma parlare di River Plate giovava al mio prestigio. Come se tu rimproverassi a un figlio di svaligiare una banca e lui rispondesse: Però i soldi mi fanno comodo.

Helenio faceva faville a Barcellona. Quando chiesi di lui mi disse il collega Josè Mir: Helenio es un fanfarron. Senza dubbio lo era, ma cosciente, non certo involontario. La vita matrigna gli aveva insegnato tutto, fuorché a giocar bene la palla con i piedi. Venne il giorno che Angiolino Moratti, presidente dell'Inter, si stufò di perdere e decise di assumere un tecnico degno delle sue ambizioni. Ricordo che incaricò il candido Annibale Frossi di informarsi su Herrera. Frossi venne con noi al seguito della nazionale e andò a vedere un suo allenamento a Barcellona. Tornò la sera e mi disse con magnanimo distacco: Hai presente Rocco? Bene, è un tipo come lui. Io pensavo di Rocco che fosse un fenomeno. Frossi lo giudicava con la spocchia del laureato. Ciascuno di noi la prese come gli conveniva. Io concepii grande stima per Herrera: Frossi pensava forse che il tecnico più adatto all'Inter fosse lui. Herrera venne assunto per uno sproposito di lire. Moratti era davvero stufo di perdere e incominciò una politica nuova. Herrera si comportò in Italia come un accademico di Francia nel più modesto dei licei di provincia. Esibiva jattanza francese, cultura europea, ignoranza internazionale. Venne a trovarmi (Mr. Hanot m' a dit que vous etes le seul ici a' comprendre le football) ed io gli raccomandai, con ingenua supponenza, di adottare il catenaccio, formula difensiva dell'avvenire (si era nel 60-61). Herrera impettò come offeso e cantò le laudi del WM inglese. Poi se ne andò schifato dal mio ufficio al Giorno. Cinque giornate dopo, Moratti mi avvicinò a Padova, dove Rocco aveva puntualmente infilato l'Inter, e digrignando mi disse del mago: Domenica impiegherà il libero. Così avvenne. L'Inter si raccattò passabilmente. Herrera aveva tappezzato gli spogliatoi di massime mussoliniane facendo ridere mezzo mondo. Sul libero disse che era stato lui il primo, in Francia, a giocare con il beton, che significa in gergo catenaccio. Gli inviati francesi, con l'albagia che li distingue, incominciarono a parlare di école francaise. Nessuno di loro ebbe il coraggio di descrivere i riti ai quali si abbandonava Helenio nell'imminenza della partita. A me l'aveva rivelato un ungherese che non cito. Helenio chiamava tutti intorno a sé e con voce squillante, quasi minacciosa, chiedeva: Chi vince oggi?. Tutti dovevano rispondere Noi!. Un giorno quel mascalzone di Csibor scrollò le spalle e disse: Passate a chiederlo nell'altro spogliatoio. Helenio odiava i magiari, che ne sfottevano la malvagia rozzezza di tocco...

A Milano completò le pratiche psicologiche con misteriose operazioni orali (tirava in disparte i suoi prodi a uno a uno e gli ficcava in bocca il contenuto di una bustina che pareva piena di zucchero). Tacca la bala!, urlava Herrera durante gli allenamenti: aggredisci la palla. Era, come avrebbe detto di lui il buon vecchio Eskenazi di France Soir, un entraineur Dinamò. Oggi gli somiglia molto Righetto Sacchi del Milan, ma sono passati ormai trent' anni: Sacchi è Aristotele appetto di Accaccone. Il quale comunque ha il merito di avere molto sveltito il ritmo dell'Inter e delle sue rivali, quindi del campionato. Moratti l'ha sempre pagato il triplo degli altri colleghi suoi ed ha incominciato a vincere scudetti dal 1963. I colleghi francesi seguitavano a spropositare di Ecole francaise ed io sghignazzavo pensando alle battaglie intraprese e vinte in compagnia di Rocco, Viani, Lerici, Foni, Frossi, Scopigno. Pensavo ad Allodi, il Talleyrand dell'Inter, che Herrera detestava perché sapeva bene dove finisse la tecnica e incominciasse il resto. La decadenza di Accaccone iniziò quando i suoi prodi vennero tosati alla stregua di tanti Sansoni. A Lisbona, nella finale di Coppa Campioni, avevano 10' di autonomia psicofisica. Il povero Picchi mi disse in aereo: Cos' ha mai fatto scrivere da Sofia che eravamo scoppiati! Per dimostrare il contrario, ci ha fatto lavorare il doppio: e adesso non ci reggiamo più. Pochi giorni dopo, Accaccone venne anche tradito a Mantova. La Juventus ebbe in dono lo scudetto ' 67 e spinse la propria disinvoltura ad acquistare Sarti, autore del gol. Moratti se ne andò dall'Inter e così Herrera, che non volle restare con Fraizzoli, inconcusso titano del piè di lista. La Roma gli offrì capitali senza ottenerne miracoli. In realtà, Accaccone aveva esaurito ogni riserva taumaturgica. A Roma incontrò la terza moglie, Fiora, e ne ebbe un figlio a nome Helio, che significa sole. Fosse nato nel ' 10, avrebbe 79 anni; se è nato, come credo, nel ' 16, ne ha 73. E' ancora vivace di mente e valido di nerbo. Scrive di calcio su molti giornali in francese, spagnolo e italiano. Raccomanda giocatori di cui è entusiasta senza sperare di averne grossi guadagni. E' un vecchio torero che muove la sua muleta secondo pases e veronicas da grande virtuoso. Per quanto mi riguarda. Sono convinto che ad ogni corrida gli tocchino di diritto coda, orecchie e musica.
 

Dino Sani "el pelat" sul tetto d'Europa




E' il 22 maggio del '63, il Milan di Gipo Viani e di Nereo Rocco ha appena conquistato la sua prima Coppa dei Campioni battendo il Benefica di Eusebio e Coluna per 2 a 1 grazie una doppietta in contropiede di Altafini. E' lì che il capitano Cesare Maldini, in maglia bianca, felice ma visibilmente stupefatto, alza la coppa verso il cielo di Wembley; gli è accanto sulla destra il ventenne Gianni Rivera, che ha appena donato la maglia ad Eusebio, chiuso nel trench antracite, mentre a sinistra, di profilo, ricoperto alla meglio da un soprabito nocciola, si vede un tipo magro e pelato che denuncia molto più dei suoi trentuno anni. Nato a San Paolo del Brasile, proveniente dal Boca Juniors, costui si chiama appunto Dino Sani ed è forse il più classico interno di regia che annoveri il calcio mondiale.
La breve ma felice avventura in rossonero di Dino Sani iniziò nel novembre del '61 quando Viani e Rocco furono costretti a sostituire lo straniero del Milan in seguito alla fuga dell'attaccante inglese Jimmy Greaves, giocatore di talento ma privo di serietà professionale.

Vedendolo scendere dall'aereo: il fuoriclasse carioca non aveva certamente un fisico da atleta.
Sembra un bancario (un accenno di pancia, i baffetti alla Clark Gable), non corre ma cammina, in campo sembra che non voglia battersi però non smette mai di pensare. Sani vede il rettangolo di gioco come un continuo problema di geometria e di balistica; piazzato davanti alla difesa, alla maniera degli antichi centromediani metodisti, egli si dà il compito esclusivo di recuperare la palla e di lanciarla subito in profondità. Dunque è l'ideale per il modulo di Rocco nello stesso momento in cui funge da maestro per Gianni Rivera molto più di quanto potesse esserlo anni prima, per lui adolescente, lo stesso Juan Alberto Schiaffino, genio avarissimo, uomo di colore itterico e di estri intransitivi.
Sani era lento e correva poco, ma i suoi passaggi veloci, intelligenti e precisi, correvano per lui, pescando alla perfezione le punte lanciate a rete. Talento sopraffino, grandi doti tecniche, notevole visione del gioco e due piedi d'oro che con la palla creavano capolavori squisiti, erano le qualità che facevano di Sani un regista eccelso, la "mente" geniale di un Milan votato al successo.

"Quando Nereo Rocco lo vide al campo di allenamento del Milan ebbe un sussulto. "Ma questo è un giocatore di football?" esclamò divertito. Non dava l'idea di essere un colosso né di poter combattere l'aggressività degli arrembanti difensori italiani in altro modo. E poi quella pelata . a "el Paron" non piaceva proprio.

Il campionato era già a un terzo del suo cammino quando il centrocampista brasiliano mise piede in Italia. La sua squadra, il Boca Juniors di Buenos Ayres, lo aveva ceduto ritenendolo ormai in declino dato che si avviava alla trentina. Per fortuna del Milan Sani aveva ancora parecchie frecce al suo arco e la squadra rossonera, che fino ad allora era andata a singhiozzo con un rendimento che lasciava a desiderare, con Sani cambiò letteralmente faccia. Il brasiliano, da serio professionista qual' era, accettò di esordire pochi giorni dopo il suo arrivo, il 12 novembre 1961. Si giocava Milan-Juventus e i rossoneri strapazzarono i campioni in carica con un sonoro 5-1.

Scriverà Gianni Brera nella Storia critica del calcio italiano ('78): «Quel giorno pioveva a dirotto, faceva freddo: il buon vecchio Dino ha preso il suo posto in centrocampo e il Milan ha clamorosamente infilato anche la Juventus. (...) In realtà trottignava, il mediano avversario lo saltava puntualmente, e lui seguiva corricchiando a distanza: quando la difesa riconquistava palla, il disimpegno era per lui, del tutto libero alle spalle del proprio avversario diretto: Dino controllava allora con maestria e subito lanciava alle punte. Il suo senso geometrico era eccezionale».

Da quel giorno il Diavolo infilò una serie strepitosa di risultati positivi.
Il Milan, magistralmente diretto dal "cervello" brasiliano, continuó la sua marcia trionfale andando a vincere alla grande il suo ottavo scudetto con cinque punti di vantaggio sull'Inter.
Il 22 maggio del '63, la finale di Wembley, è la partita in cui Dino Sani attinge il puro sacrificio dell'inapparenza, ed è infatti la sua partita. Il Milan parte sfavorito rispetto ad un Benfica che ha vinto le due ultime edizioni della Coppa. Al solito, Rocco affianca alla pattuglia di giovani alcuni campioni molto navigati: Giorgio Ghezzi in porta e davanti a lui capitan Maldini; in centrocampo, oltre a Dino e Rivera, il quasi imberbe Trapattoni e il ruvido Benitez: in attacco José Altafini (che dicono paventasse in trasferta le difese avversarie) sostenuto da un'ala di ruolo, Bruno Mora, e da una finta ala con funzioni di copertura e interdizione, l'anziano Gino Pivatelli. Pochi minuti ed il Milan è sotto di un gol, per una sciabolata di Eusebio. Dino sembra immobilizzato insieme con la squadra, non alza gli occhi dal terreno se non quando, con un takle portato in ritardo, Pivatelli tocca duro Coluna, baricentro portoghese, di fatto escludendolo dalla partita. Piccato, furente, il Benfica preme alla cieca e prepara pertanto l'inizio della propria fine: gli spazi si allungano davanti nella stessa misura in cui il Milan si accartoccia all'indietro; lì Dino calamita la palla e subito la allunga su Rivera che a sua volta apre in diagonale, pescando sullo scatto Alfafini. Due volte di seguito, e due gol: l'italobrasiliano pieno di efelidi e col ciuffo alla Mazzola prova a sbagliare la seconda ma è troppo solo per temere delle sue caviglie e fa centro lo stesso.
Il Milan del “pelat” é la prima squadra italiana vincitrice della Coppa dei Campioni.